Viajar en avión es una experiencia que mezcla emociones. Desde la expectativa del destino hasta la tensión del despegue y la turbulencia en el aire. Pero hay algo que todos hacemos cuando el avión ya ha despegado y el vuelo se estabiliza: descansar. Sabemos que no podemos controlar el avión, ni decidir por dónde va la ruta, solo confiamos en que el piloto sabe lo que hace.
Así es nuestra vida con Dios. Muchas veces queremos controlar todo lo que pasa, pero la verdad es que nuestra seguridad está en las manos del Señor, quien nos lleva y nos trae con bien. Aunque haya turbulencia en el camino, podemos cerrar los ojos y descansar porque Él tiene el timón.
La Biblia lo dice con claridad:
“El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes.”(Deuteronomio 31:8 NVI)
Dios no solo nos acompaña, Él va delante de nosotros, guiando cada paso, cada decisión y cada viaje que emprendemos. Nuestra confianza no debe estar en las circunstancias, sino en quién sostiene nuestras vidas.
Descansa en Dios teniendo en cuenta estos puntos:
Ora antes de empezar tu día o cualquier viaje.
Recuerda que Dios ya ha visto el final del camino.
Lee su palabra y deja que su paz llene tu corazón.
Agradece a Dios porque siempre te guarda, aunque no veas el peligro.
Oremos:
Señor, gracias porque eres mi piloto, mi guía y mi protector. Hoy elijo confiar en ti, aunque no entienda el camino. Llévame y tráeme con bien, porque sé que tus manos me sostienen. En ti encuentro mi descanso y mi paz. Amén.
Amén 🙏 Señor gracias por qué tu me guardas y me protejes siempre🙏🤍
Gracias por la promesa de Tu cuidado siempre