No debo hacer eso

21 de junio

"Vuélvanse al Señor su Dios, porque él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor; cambia de parecer y no castiga." Joel 2:13b (NVI)

Arrepentirse no es un acto de vergüenza, es un acto de amor. No es una señal de debilidad, sino de humildad y sabiduría. El arrepentimiento diario nos mantiene cerca del corazón de Dios y nos aleja del orgullo que endurece el alma.

Cada día enfrentamos luchas: pensamientos incorrectos, palabras apresuradas, actitudes que no reflejan a Cristo. Por eso, cada día necesitamos volver a Dios y decir: “Señor, límpiame. Cámbiame. Perdóname”. Arrepentirse no es solo pedir perdón; es reconocer que sin Él no podemos avanzar ni cambiar verdaderamente.

Dios no se cansa de perdonarte. Él no te rechaza cuando vienes con un corazón sincero. Su gracia se renueva cada mañana, y su deseo es restaurarte, no condenarte. Cuando aprendes a vivir arrepintiéndote cada día, vives más liviano, más libre y más cerca de tu propósito.

Oremos:

Dios mío, gracias por tu amor paciente y tu perdón constante. Hoy reconozco mis errores y vuelvo a ti con un corazón sincero. Cámbiame desde adentro. Ayúdame a caminar en santidad, no en culpa. Enséñame a vivir cada día dependiendo de tu gracia. Amén.