El Camino del Crecimiento
- pastorarielcastro
- hace 7 horas
- 1 Min. de lectura
9 de mayo 2025
Ninguna disciplina, al presente, parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados." Hebreos 12:11 (RVR1960)
En nuestra vida espiritual, la disciplina es como el ejercicio para el cuerpo: puede ser incómoda al principio, pero es necesaria para crecer, fortalecernos y acercarnos más a Dios.
Ser disciplinado no solo significa evitar el pecado, sino también decir “sí” constantemente a lo que edifica: leer la Palabra, orar aunque no sintamos ganas, congregarnos aunque estemos cansados, obedecer aunque no entendamos.
Dios, como buen Padre, nos corrige no para castigarnos, sino para formarnos. Su disciplina no es castigo, es amor. Él ve lo que nosotros no vemos y nos guía hacia lo que realmente necesitamos para cumplir nuestro propósito.
Oremos:
Señor, enséñame a amar Tu disciplina. Ayúdame a tener un corazón humilde que reciba corrección y un espíritu dispuesto a perseverar, incluso cuando no entienda. Que cada acto de obediencia me acerque más a Ti y me transforme a Tu imagen. Amén.