Me asombro

15 de octubre 2025

“¡Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios!” Salmos 103:2 (NVI)

Hay días en los que el corazón se acostumbra. Días en los que abrimos los ojos, respiramos, comemos, trabajamos, hablamos con personas que amamos… y aun así, olvidamos lo extraordinario que es todo eso. La costumbre nos roba el asombro. Nos hace ver lo cotidiano como algo común, cuando en realidad, cada cosa que tenemos es un reflejo de la gracia de Dios.

Nos pasa también con nuestra vida espiritual. Ya no lloramos al pensar en la cruz. Ya no nos conmueve tanto saber que fuimos perdonados. Ya no nos sorprendemos al recordar que el Espíritu Santo vive dentro de nosotros. Pero ¿te imaginas lo que eso realmente significa? ¡El mismo Dios que creó el universo decidió habitar en ti!

Qué fácil es olvidar que todo lo que somos y tenemos proviene de Cristo. Que si hoy podemos levantarnos, respirar, orar, reír y tener esperanza, es por Él. Y que aun cuando sentimos que no merecemos nada, Él nos sigue cubriendo con su amor, su paciencia y su fidelidad.

David escribió: “No olvides ninguno de sus beneficios”, porque sabía que el olvido espiritual enfría el corazón. Recordar lo que Dios ha hecho por nosotros mantiene viva la gratitud, renueva la fe y despierta nuevamente el asombro.

Hoy, tómate un momento para detenerte. Mira a tu alrededor, mira dentro de ti. Todo lo que eres, todo lo que tienes y todo lo que has superado es evidencia del amor de Dios en acción. No lo des por sentado. Permite que tu corazón vuelva a sorprenderse, que tu alma vuelva a decir: “¡Señor, me asombro de Ti!”

Oración:

Señor, perdóname si me he acostumbrado a tu bondad. Hoy quiero detenerme y reconocer todo lo que has hecho en mi vida. Gracias por salvarme, por cuidarme, por sostenerme y por no soltarme nunca. Que mi corazón vuelva a maravillarse al pensar en Ti, Jesús. Que nunca se me olvide lo bendecido que soy en tu amor.