Uno más

23 de septiembre

Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana. Mateo 11:28-30 (NVI)

Hace poco recordé una película basada en la vida de Desmond Doss, un soldado de la Segunda Guerra Mundial que, sin tomar un arma en sus manos, dedicó su vida a salvar a otros en medio del campo de batalla. Su fortaleza y decisión de nunca rendirse son un ejemplo poderoso.

La Biblia también nos habla de esos momentos en los que, como él, sentimos el peso del cansancio:

• Oramos y no vemos respuesta.

• Los resultados parecen negativos.

• El mundo sigue empeorando.

• Las personas no cambian.

Todo esto nos agota. Pero Jesús nos invita a ir a Él para encontrar descanso verdadero. Incluso Él mismo, en Getsemaní, buscó al Padre en su momento más difícil. Aunque la tormenta no desapareció, fue fortalecido para seguir adelante (Lucas 22:42-44).

Eso nos enseña algo clave: el agotamiento no significa derrota. Podemos sentirnos sin fuerzas, pero Dios nos da lo necesario para dar uno más: un paso más en fe, un paso más en obediencia, un paso más en perseverancia.

Así como en mi vida física decidí no dejar de ejercitarme, sino bajar el ritmo de correr a caminar, en la vida espiritual también podemos ajustar el paso sin abandonar la carrera. Lo importante no es la velocidad, sino no detenernos.

Tres verdades para recordar

1. El agotamiento no significa derrota. Jesús mismo se sintió en agonía, pero buscó al Padre y fue fortalecido.

2. La verdadera fortaleza proviene de Dios. No se trata de resistir con nuestras fuerzas, sino de depender de Su gracia.

3. No detenerse, sino encontrar maneras de seguir. Aunque el ritmo cambie, sigue avanzando. Lo que Dios ha puesto en ti vale la pena hasta el final.

Profundiza este devocional con esta predica: https://www.youtube.com/watch?v=4t2Sx3Z3oY8

Oración

Señor, en medio de mi cansancio vengo a ti. A veces siento que no puedo dar más, pero hoy decido entregar mi carga y recibir tus fuerzas. Enséñame a dar un paso más, a no rendirme y a depender de tu gracia en cada área de mi vida. Amén.