Agradezco por mi salud

3 de octubre

“Amado, ruego que tengas buena salud y que todo te vaya bien, así como le va bien a tu alma.” — 3 Juan 1:2 NVI

La salud es uno de los mayores tesoros que muchas veces pasamos por alto. Nos levantamos, caminamos, comemos, trabajamos, y damos por sentado que nuestro cuerpo responderá. Pero la realidad es que cada respiración es un regalo de Dios.

Hoy es un buen momento para detenernos y agradecer a Dios por la salud que nos sostiene. Puede que no todo sea perfecto, tal vez haya dolencias o cansancio, pero el simple hecho de estar de pie es motivo suficiente para levantar las manos y decir: “Gracias, Señor, porque hasta aquí me has cuidado.”

Sin embargo, nuestro agradecimiento no debe quedarse solo en nosotros. La Biblia nos enseña a interceder por los que sufren. Muchos en este momento están hospitalizados, luchando contra enfermedades graves, o incluso batallando en silencio con dolencias que nadie ve. Cuando oramos por ellos, estamos mostrando el corazón de Cristo, que cargó nuestras enfermedades y llevó en la cruz nuestro dolor (Isaías 53:4-5).

Agradecer por nuestra salud y orar por los enfermos nos recuerda dos verdades:

1. La vida es un regalo que no debemos dar por sentado.

2. Dios sigue teniendo poder para sanar, fortalecer y levantar.

Oremos por este tema e intercedamos:

Padre celestial, hoy me acerco a ti con un corazón agradecido. Gracias por la salud que me has dado, por cada día en que puedo abrir mis ojos, respirar, moverme y servirte. Reconozco que no siempre valoro este regalo, pero hoy te digo: ¡gracias, Señor, por sostener mi vida!

También quiero levantar delante de ti a cada persona que en este momento atraviesa enfermedad. Tú conoces sus nombres, sus cuerpos, sus diagnósticos y sus batallas internas. Declaro en el nombre de Jesús que ninguna enfermedad es más grande que tu poder, que en tus llagas hay sanidad y que tu Espíritu Santo es bálsamo para el alma y medicina para el corazón.

Señor, visita a los que están en hospitales, fortalece a los que se sienten débiles, renueva las fuerzas de quienes están cansados y trae paz a los que están ansiosos. Derrama fe donde hay duda y esperanza donde hay desesperación. Que tu presencia inunde cada habitación, cada cama, cada hogar donde alguien clama por un milagro.

Hoy intercedo con la autoridad que me has dado como hijo tuyo y proclamo: ¡Jesucristo sana, restaura y levanta! Que tu gloria se manifieste en cada enfermo, y que tu nombre sea exaltado por los testimonios de sanidad que vendrán.

En el poderoso nombre de Jesús,Amén.

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