Apacible

29 de agosto

“Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios. Yo seré exaltado entre las naciones; yo seré enaltecido en la tierra.” Salmos 46:10 (NVI)

La vida está llena de ruidos, agendas apretadas y responsabilidades que fácilmente nos roban la paz. Sin darnos cuenta, corremos de un lado a otro sin detenernos a escuchar la voz más importante: la de Dios. Sin embargo, en medio de la agitación, el Señor nos invita a algo diferente: a tener un corazón apacible y a buscar tiempos de quietud en Su presencia.

Un espíritu apacible no se forma en la prisa, sino en la intimidad con Dios. Son esos momentos de profundidad, a solas con Él, donde nuestra fe se fortalece, nuestros pensamientos se alinean y nuestra alma encuentra descanso. Es allí donde dejamos de hablar tanto y aprendemos a escuchar, donde descubrimos que la verdadera fortaleza no está en el ruido de la actividad, sino en el silencio de la comunión con el Padre.

Cultivar tiempos apacibles con Dios no es perder tiempo, es invertir en lo eterno. Cada momento de quietud abre espacio para que el Espíritu Santo nos hable, nos renueve y nos guíe.

Oración

Señor, enséñame a aquietar mi alma delante de Ti. Ayúdame a hacer una pausa en medio de mis rutinas y responsabilidades para encontrarte en la intimidad. Que mi corazón aprenda a deleitarse en tu presencia y a encontrar allí descanso y dirección. Amén.