La Vida Eterna

Junio 11 2024

Juan 3:16 (NVI): "Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna."

La promesa de la vida eterna en Juan 3:16 es, sin duda, una de las afirmaciones más poderosas y reconfortantes en toda la Biblia. Este versículo encapsula el mensaje central del cristianismo: el amor inmenso e incondicional de Dios por la humanidad.

Imaginemos por un momento el tipo de amor que se necesita para sacrificar a alguien tan querido por el bienestar de otros. Dios no solo envió a un mensajero o un profeta, sino a su propio Hijo, su unigénito, para salvarnos. Este acto de amor divino es la máxima expresión de su deseo de tener una relación eterna con nosotros.

Vivir con la esperanza de la vida eterna transforma completamente nuestra perspectiva sobre la vida cotidiana. Nos enfrentamos a problemas, desafíos y sufrimientos, pero la promesa de la vida eterna nos da una razón para tener esperanza y seguir adelante. Nos recuerda que esta vida no es el final, sino solo el comienzo de algo mucho más grande y hermoso que Dios tiene preparado para nosotros.

En un mundo donde todo parece temporal y efímero, la vida eterna nos ofrece una seguridad que no se puede encontrar en ningún otro lugar. Es una invitación a vivir con propósito y dirección, sabiendo que cada acto de fe, amor y servicio tiene un impacto eterno.

Además, esta promesa no está condicionada por nuestras acciones o merecimientos, sino que es un regalo que se recibe a través de la fe en Jesucristo. Es un recordatorio constante de la gracia de Dios, que no solo nos perdona, sino que también nos ofrece una nueva vida, una vida eterna.

Oremos:

Dios amoroso, gracias por tu indescriptible amor y por el regalo de la vida eterna a través de tu Hijo, Jesucristo. Ayúdanos a vivir cada día con la conciencia de tu amor y la esperanza de la vida eterna. Que esta promesa transforme nuestra manera de vivir, dándonos fuerza y propósito en cada momento. Amén.