Solo Dios es digno

21 de noviembre

Apocalipsis 4:11 (NVI): “Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas; por tu voluntad existen y fueron creadas.”

En un mundo lleno de voces, expectativas y presiones, es fácil perder de vista quién merece realmente nuestro corazón, nuestra atención y nuestra adoración. Muchas cosas compiten por el primer lugar en nuestra vida: el trabajo, los sueños, las opiniones de la gente, los logros o incluso nuestros propios miedos. Pero la verdad es sencilla y poderosa: solo Dios es digno.

Él es digno porque es el único que no cambia, el único que promete y cumple, el único que conoce tus pensamientos más profundos y aun así te ama con una fidelidad que no se quiebra. Su gloria no depende de tus éxitos ni disminuye por tus caídas. Él sigue siendo Dios, perfecto, soberano y lleno de misericordia.

Cuando ponemos algo o alguien en el lugar que solo le pertenece a Él, tarde o temprano termina pesándonos. Nada ni nadie puede sostener tu alma como Dios. Nada puede darte la seguridad, la identidad y la paz que Él te ofrece. Por eso adorarlo no es solo cantar o levantar las manos; es entregarle el centro de tu vida, reconociendo que Él es Rey y tú confías en Su gobierno.

Adorar es decir:“Señor, no hay nadie como Tú.”“Mi fuerza viene de Ti.”“Mi futuro lo dejo en Tus manos.”“Mi identidad está en quien Tú dices que soy.”

Cuando Dios ocupa Su lugar, todo lo demás encuentra el suyo. La ansiedad se ordena, los temores se silencian, y nuestro corazón vuelve a respirar en paz. Hoy recuerda: no necesitas ser perfecto, solo poner tus ojos en Aquel que sí lo es.

Oración

Señor, Tú eres el único digno de mi adoración. Hoy reconozco que nada en este mundo puede ocupar tu lugar. Te entrego mi corazón, mis pensamientos y mis planes. Alinea mi vida a Tu voluntad y enséñame a adorarte no solo con palabras, sino con cada decisión y cada paso que doy. Amén.